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FORMACIÓN TEÓRICO PEDAGÓGICA

¿Cómo la educación encuentra o produce mecanismos de relaciones de poder,
que se ponen en escena a través de las prácticas sociales pedagógicas?

La historia del cuerpo ha sido, en buena medida, la historia del poder. Las diferentes culturas han instaurado formas particulares de vivir, disciplinar y representar el cuerpo, configurando experiencias corporales que sostienen relaciones de dominación, exclusión o resistencia. En las sociedades antiguas, por ejemplo, los cuerpos eran marcadores visibles de jerarquía: el cuerpo del esclavo servía, el del guerrero se fortalecía y el del sacerdote se purificaba. En la modernidad, con el surgimiento de los sistemas escolares y militares, el cuerpo fue domesticado a través de la norma, el horario y la repetición, instaurando una pedagogía del control que aún pervive en muchas prácticas educativas.

Desde esta perspectiva, la educación ha sido uno de los escenarios privilegiados donde se producen y reproducen las relaciones de poder. Tal como advierte Zambrano Leal en Formación, experiencia y saber, la escuela no es solo un espacio de transmisión de conocimientos, sino un dispositivo donde se configura la subjetividad del estudiante. En ella, el cuerpo no se presenta como un mero soporte físico, sino como territorio de regulación, expresión y resistencia. La práctica pedagógica, por tanto, no puede desligarse de las lógicas de poder que la atraviesan: el maestro que ordena, el estudiante que obedece, la norma que mide y la evaluación que sanciona.

Sin embargo, Zambrano también invita a repensar la formación como experiencia: un proceso donde el sujeto no solo se adapta a las estructuras existentes,

sino que se transforma a partir de ellas. En ese sentido, la educación puede ser comprendida como un campo de tensiones entre poder y emancipación, entre repetición y creación, entre norma y experiencia. El cuerpo, entonces, deja de ser objeto de control para convertirse en espacio de saber y de posibilidad.

Siguiendo la metodología de sistematización propuesta por Óscar Jara, este análisis puede entenderse como una lectura crítica de la práctica. Jara propone que la sistematización no es un simple registro de experiencias, sino una reflexión que busca dar sentido a lo vivido, identificar los procesos, tensiones y aprendizajes que emergen de la práctica. Así, sistematizar las experiencias corporales en el contexto educativo implica reconocer los modos en que se construyen las relaciones de poder, cómo los cuerpos son moldeados, pero también cómo resisten, se expresan y transforman la práctica pedagógica.

Desde esta mirada, el proceso educativo se revela como un campo de experiencias donde el cuerpo se educa, pero también educa; donde la formación no solo produce saberes, sino que los encarna; y donde las relaciones de poder no son inmutables, sino escenarios abiertos de reflexión y cambio. La tarea crítica, entonces, consiste en hacer visible lo invisible: esas dinámicas corporales, simbólicas y afectivas que sostienen o cuestionan el poder en la educación, y que pueden —si se interpretan con conciencia— abrir caminos hacia una pedagogía más humana, liberadora y experiencial.

RECURSOS ACADÉMICOS

Image by Gülfer ERGİN

Lecturas y relatorías

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